sábado, 9 de julio de 2016

Esperando a Godot, el clásico de Beckett finalizó su segunda temporada

Rubén Pires fue el director de la última puesta de este clásico en el teatro El Tinglado

Esperando a Godot, es una obra con grandes elementos de absurdo, forma de intuir las anécdotas dramáticas, la utilización del lenguaje y la puesta en escena en torno a los juegos de palabras y sin-sentidos.  Escrita en los 40s por el irlandés Samuel Beckett, al finalizar las crudas guerras mundiales. A más de 60 años de su estreno en Paris, permanece aún vigente y ha dejado huella en la memoria de todo estudiante de actuación. Es usada comúnmente en todo espacio o estudio de teatro y es tomada como un excelente ejemplo de dramaturgia del último siglo. En ella dos vagabundos Vladimir y Estragón (o también Didí y Gogó) esperan con gran cuota de paciencia la llegada de un tal Godot, personaje que nunca se hace presente y se desconoce su historia o procedencia. Dichas figuras pasan el tiempo, enumerando algunos pasajes bíblicos, jugando con la filosofía y citas literarias, en esta dinámica se da ha lugar las visitas de dos desconocidos por el singular dúo, Pozzo y su esclavo Lucky. Y un joven al final de cada encuentro, les adelanta que Godot vendrá al día siguiente.


Divida en dos cuadros la pieza se hizo extensa pese a las buenas actuaciones, los cambios en las interpretaciones y una correcta dirección. Pires en conjunto con el director y docente Hugo Halbrich, adaptaron, suavizaron y agiornaron el atrevido texto original en idioma francés, pero manteniendo la mágica poesía y el paralelismo con el teatro clásico que yace en ella. Esta puesta formó parte del Festival de Teatro Clásico Universal 2015, y algo sumamente para destacar es su estética actoral, con elementos de clown y acrobacia que subrayan las excelentes interpretaciones del equipo actoral y elevan aún más la creación de Beckett. El talentoso elenco estaba formado por Gerardo Baamonde (Vladimiro), Héctor Díaz (Estragón), Eduardo Lamoglia (Sr. Pozzo), Carlos Lipsic (Lucky) y Sebastián Mouriño (Pibe).


Al igual que su autor, Pires no perdió tiempo en brindar respuestas, sino que lejos de esto, su meta fue invitar al público a la reflexión y divertir de principio a fin con su propuesta. Esta pieza permaneció en cartel hasta fines de junio en El Tinglado (Mario Bravo 948), en Capital Federal. 


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